Firma el Manifiesto las Resistentes en change.org

Las mujeres resistimos cotidianamente de diversas formas ante las múltiples violencias que se ejercen sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas a lo largo y ancho del planeta. Luchamos por nuestros derechos y los de nuestras comunidades en las calles y las plazas y en el interior de nuestros hogares; en las zonas rurales de mesetas, montañas y desiertos; en las escuelas, los hospitales y las universidades; en los conflictos abiertos o armados; en los campamentos de refugiados y en las zonas ocupadas. Siempre hemos estado presentes en las movilizaciones sociales y en los movimientos de construcción de paz y derechos; sin embargo, históricamente se nos ha excluido de los espacios de poder y toma de decisiones, a pesar de que, en muchos casos, nuestra acción ha sido determinante en la forma no violenta y profundamente dialógica en la que se han ido desenvolviendo los conflictos.

La actuación de las mujeres en los procesos de construcción de paz en conflictos armados o abiertos, como es el caso del Sáhara Occidental, presenta también un importante déficit de reconocimiento; ya que generalmente las mujeres están excluidas de las mesas de negociación política, espacio público de poder, que la estructura patriarcal reserva mayoritariamente a los hombres. Aun así, las mujeres hemos logrado plantear alternativas a estos espacios de poder organizándonos para convertirnos en agentes con capacidad de incidencia política y movilización social.

Las violencias ejercidas sobre las mujeres y las niñas se agravan enormemente en los contextos de conflicto y posconflicto, y por esta razón resulta indispensable la inclusión de la perspectiva de género en los procesos de construcción de paz, como recoge la Resolución 1325 de Naciones Unidas. La 1325 insta además a los Estados Miembros a aumentar la representación de las mujeres “en todos los niveles de adopción de decisiones de las instituciones y mecanismos nacionales, regionales e internacionales para la prevención, la gestión y la solución de conflictos” y alienta al Secretario General de Naciones Unidas “a que ejecute un plan de acción estratégico (A/49/587) en el que se pide un aumento de la participación de la mujer en los niveles de adopción de decisiones en la solución de conflictos y los procesos de paz”.

La firma de unos acuerdos de paz no implica el fin del conflicto, es un proceso que debe ir acompañado de medidas de justicia transicional para que los culpables de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra no queden impunes. Los crímenes cometidos contra las mujeres en contextos de conflicto armado no pueden ser amnistiados y utilizados como moneda de cambio para la construcción de la paz. En este sentido, los acuerdos de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP firmados en noviembre de 2016, son un referente por ser los primeros en la historia que han incluido la perspectiva de género, lo que ha sido posible gracias al esfuerzo incansable de los movimientos de mujeres campesinas, desplazadas y feministas que han exigido la participación de las mujeres en la negociación y la inclusión de medidas de justicia transicional específicas para reparar los efectos de la guerra sobre las mujeres y las niñas y prevenir las violencias basadas en el género que puedan tener lugar en la situación de posconflicto.

En el caso del Sáhara Occidental no ha habido representación de mujeres en las mesas de negociación con Marruecos hasta noviembre de 2018, fecha en la que la el Frente Polisario incluyó a Fatma Mehdi en la negociación de los acuerdos de paz con Marruecos en la Oficina de Naciones Unidas de Ginebra. Sin duda, es un gran paso para que las voces de las mujeres saharauis comiencen a ser escuchadas, pero aún queda mucho camino por recorrer para lograr la participación igualitaria en los espacios de toma de decisiones y la inclusión de un enfoque de género en unos futuros acuerdos de paz con Marruecos. Las mujeres saharauis están planteando diferentes estrategias para la construcción de la paz desde el inicio del conflicto: levantaron los campamentos de refugiados, con escuelas y hospitales para permitir la supervivencia de su pueblo; crearon las Casas de la Mujer, espacios de encuentro entre mujeres, formación y empoderamiento; en las zonas ocupadas resisten cada día a la ocupación marroquí liderando manifestaciones pacíficas en las calles de El Aaiún y Smara, luchando por la liberación de los presos políticos y por el derecho de autodeterminación y construyendo campamentos de protesta como el de Gdeim Izik en 2010.

Las mujeres que nos hemos reunido en las Jornadas Las Resistentes: Mujeres y resolución de Conflictos. Tejiendo redes, construyendo paz, procedentes de el Sáhara Occidental, Guatemala, Colombia, Kurdistán, Chile, México, Portugal, el Salvador y España, reclamamos nuestro derecho a estar presentes en todos los espacios de toma de decisiones en los procesos de construcción de paz y derechos. Exigimos que se nos deje de situar solo y exclusivamente en el rol de víctimas y que se reconozca nuestra agencia política. Nos unimos para apoyar a las mujeres saharauis y ser altavoces de sus demandas, que comparten en este manifiesto:

 

Las mujeres saharauis somos el motor de la revolución, somos lideresas de la Intifada, ocupamos siempre las primeras filas en la lucha; resistiendo pacíficamente, reivindicando sin descanso nuestro derecho a la autodeterminación y a la independencia. En las zonas ocupadas soportamos la represión, las cárceles, los golpes, las detenciones, las torturas, las desapariciones forzosas; defendiendo nuestra bandera, nuestras ideas, con nuestro propio cuerpo. Marruecos nos ha robado todos nuestros derechos, empujándonos a la marginalidad en nuestra tierra o a vivir lejos de ella. En los campamentos, resistimos el exilio, la separación, la precariedad, la dureza de la hammada, la nada. En todos lados, sufrimos como militantes y como mujeres. Lo estamos pagando caro. ¡Óigannos! ¡Es nuestro derecho! Las mujeres saharauis reclamamos que se escuche nuestra voz y se honren nuestras justas reivindicaciones. Exigimos que de una vez por todas se respeten nuestros derechos, como militantes y como mujeres. Estamos construyendo resistencia y queremos construir paz. Esto no lo negociamos. Queremos tener derecho a vivir con dignidad, queremos sentirnos seguras, queremos vivir nuestras vidas, queremos ser ciudadanas en nuestra tierra, queremos votar, queremos tener la oportunidad de formarnos, queremos poder ser también las primeras en la construcción de un Sahara Occidental libre e igualitario. Estas son nuestras exigencias.

Vídeo

THE RESISTANT MANIFESTO In support of Saharan women (ENGLISH)

Sign the Las Resistentes Manifiesto on change.org

As women, we put up with different forms of violence committed against our bodies and our lives every day, all around the world. We fight for our rights and the rights of our communities in the streets and in our homes; from the mountains and deserts; in schools, hospitals, and universities; in both open and armed conflict; in refugee camps and in occupied lands. We have always taken part in social protests and have mobilized to seek the peace and the recognition of rights. In spite of all this, we have been excluded from power and decision-making processes throughout history, even in times when our actions have helped solve conflict in a non-violent, dialogical way.

The role of women seeking peace in open and armed conflicts like the one in Western Sahara is largely underestimated, mainly because women are left out from political negotiations within the established patriarchal system. Even then, we have managed to create alternatives to said power structures through social mobilization in an attempt to influence politics.

Women and girls suffer greater violence in times of conflict and post-conflict. It is therefore imperative to consider a gender perspective in peace-seeking processes as stated on resolution 1325 adopted by the United Nations. The UN urges Member States to “ensure increased representation of women at all decision-making levels in national, regional and international institutions and mechanisms for the prevention, management, and resolution of conflict” and encourages the Secretary-General to “implement his strategic plan of action (A/49/587) calling for an increase in the participation of women at decision-making levels in conflict resolution and peace processes”.

The signing of peace treaties does not mean conflict is over. Transitional justice is essential to ensure those guilty of committing genocide, crimes against humanity, and war crimes do not go unpunished. Crimes committed against women in armed conflict situations cannot be pardoned and used as a bargaining chip to build the peace. In this regard, the peace treaties signed in November 2016 by the Colombian government and the FARC–EP set a precedent because a gender perspective was included thanks to the efforts of farmers, displaced women, and feminists. They demanded women be allowed to take part in negotiations and specific transitional justice measures be taken to prevent gender-based violence from taking place in post-conflict situations.

In the case of Western Sahara, women had no representation at the negotiation tables with Morocco until November 2018, when the Polisario Front included Fatma Mehdi in the negotiation of peace agreements with Morocco in the United Nations Office at Geneva. Without a doubt, this is a great step for the Saharan women’s voices to start to be heard, but there is still a lot of work to do to achieve equal participation in decision-making processes and the inclusion of a gender-based approach in future peace agreements with Morocco. Saharan women are suggesting different strategies for the construction of peace from the beginning of the conflict: they dismantled the

refugee camps and built schools and hospitals to allow for the survival of their people. They created the Casas de las Mujeres (Women’s Homes), meeting places among women, for training and empowerment. In the occupied lands, they resist Moroccan occupation each day by leading peaceful protests in the streets of Laayoune and Smara, fighting for the liberation of political prisoners and for the right to self-determination, as well as building protest camps, such as the Gdeim Izik camp in 2010.

The women that have gathered in the Jornadas Las Resistentes: Mujeres y Resolución de Conflictos. Tejiendo redes, construyendo paz (The Resilient Ones Conference: Women and Conflict Resolution. Devising Networks, Building Peace), from Western Sahara, Guatemala, Colombia, Kurdistan, Chile, Mexico, Portugal, El Salvador and Spain, demand our right to be present at every level of decision-making and peace and rights building processes. We demand not to be seen as just victims and also that our political agenda be recognized. We unite to support Saharan women and to be the amplifiers of their demands, which they have shared in this manifesto:

Saharan women are the driving force of revolution, we are leaders of the Intifada. We always occupy the front line in the fight; resisting peacefully, defending tirelessly our right to self-determination and the right to independence. In the occupied lands, we put up with repression, incarceration, beatings, detentions, tortures, forced disappearances; defending our flag, our ideas, with our own body. Morocco has stolen all our rights, pushing us to marginalization in our land or to live far away from home. In the camps, we resist the exile, the separation, the scarcity, the hardness of the hamada, the void. In every place, we suffer as activists and as women. We are paying dearly for it. Listen to us! It is our right! Saharan women demand that our voices be heard and our claims be honored. We demand that, once and for all, our rights be respected, as activists and as women. We are building resilience and want to build peace. This is non-negotiable. We want to have the right to live with dignity. We want to feel safe, to live our lives, to be citizens in our land, to vote, to have the opportunity to learn. We also want to be the first ones in the construction of a Western Sahara that is free and equal. These are our demands.